Verbum – Analecta Neolatina XXV, 2024/2
ISSN 1588-4309; https://doi.org/10.59533/Verb.2024.25.2.3
Abstract: Pavel Blaho translated Pedro Calderón de la Barca’s play El príncipe constante into Slovak on two separate occasions. The article seeks Blaho’s possible motive by analysing the translator’s intention based on the text of the second version of 1895 and contextualises the interest in this play in Central Europe by exploring a sequence of events related to historical characters and tracing the generational succession of translators, literati and philologists and their translations.
Keywords: Pedro Calderón de la Barca, El príncipe constante, Pavel Blaho, translation, Golden Age, Spanish literature, Slovak language, 19th century
Abstract: Pavel Blaho tradujo al eslovaco en dos ocasiones distintas la obra teatral de El príncipe constante de Pedro Calderón de la Barca. El artículo busca el posible motivo de Blaho a través del análisis de la intención del traductor basado en el texto de la segunda versión de 1895 y contextualiza el interés por esta obra en Europa Central explorando una secuencia de acontecimientos relacionados con personajes históricos y rastreando la sucesión generacional de los traductores, literatos y filólogos y de sus traducciones.
Palabras clave: Pedro Calderón de la Barca, El príncipe constante, Pavel Blaho, traducción, Siglo de Oro, literatura española, lengua eslovaca, siglo XIX
El príncipe constante escrito por Pedro Calderón de la Barca1 en 1628/292 trata la historia del héroe portugués Don Fernando,3 llamado también “Infante Santo”, que murió en cautiverio musulmán a mediados del siglo XV. Aunque nunca ha sido canonizado, probablemente fue considerado santo al menos hasta el siglo XIX, por lo que esta obra se puede clasificar como comedia de santos.4 Al idioma eslovaco fue traducida por Pavel Blaho5 –estudiante de teología católica en Esztergom en aquel entonces– y publicada en 1868 bajo el título Don Fernando.6 Más tarde, en 1895, Blaho –siendo ya sacerdote– publicó una segunda traducción, revisada y mucho más elaborada.7 Desde el punto de vista de la historia de la traducción cabe destacar que se trata de la traducción eslovaca más antigua de una obra de teatro del Siglo de Oro español a esta lengua eslava. A pesar de ser una traducción indirecta, la precisión y la clara equivalencia entre la versión eslovaca y el original español es evidente.8 En cuanto a la primera versión, no se dispone de información sobre el original alemán. Tanto más nos interesa saber qué motivó a un sacerdote católico sin conocimientos de español a dedicarse repetidamente a la traducción de esta obra. Buscamos la respuesta examinando el contexto coetáneo y analizando e interpretando el texto eslovaco. Dado que Blaho –como él mismo indica9– tradujo del alemán, nos centramos en las relaciones interliterarias en Europa Central. Nuestra metodología para construir el modelo de contextualización tiene como objetivo mostrar las relaciones causales en una secuencia cronológica que revele el proceso de la recepción de El príncipe constante en Europa Central, un área donde era habitual recibir información en paralelo en múltiples lenguas y donde el conocimiento y la perspectiva se complementaban a través del plurilingüismo en un entorno multilingüe. Por lo tanto, exploramos una secuencia de acontecimientos relacionados con personajes históricos, rastreando la sucesión generacional de los traductores, literatos y filólogos y de sus traducciones.
En el contexto de Europa Central, en el siglo XIX se produjeron varias traducciones de El príncipe constante. Nos enfocamos en aquellas que fueron publicadas antes de la creación de la segunda traducción eslovaca en 1895 y jugaron un papel importante en la recepción contemporánea de esta obra.
A principios del siglo XIX, los hermanos August Wilhelm y Friedrich Schlegel resaltaron en Viena y Buda la importancia de la obra de Calderón. En 1808, el eminente filólogo alemán August Wilhelm Schlegel10 pronunció en Viena una serie de conferencias sobre la historia de la literatura y el arte dramático en especial.11 Su objetivo era ofrecer un relato sintético de la historia de la escritura dramática, en la que –según A. W. Schlegel– Calderón ocupa un lugar destacado.12 Como indica Paulin, “las conferencias de Schlegel tuvieron un atractivo casi inmediato”.13 Se trataba de un asunto de gran prestigio y resonancia entre personas prominentes, entre ellos el canciller Metternich o los Pálffy y Batthyány. Tras las conferencias de Viena, August Wilhelm se fue a Copette14 en Suiza, y se dedicó a completar la primera traducción de El príncipe constante al alemán, publicada en Berlín en 1809.15 En 1809 y 1810, su hermano Friedrich Schlegel16 estuvo en Buda donde mantuvo contactos intelectuales con la comunidad cultural húngara.17 Además, en 1812, pronunció en Viena varias conferencias sobre la historia de la literatura incluyendo la obra de Calderón.18 A sus conferencias, que tres años más tarde fueron también publicadas, asistieron unos 200 invitados.19 En sus obras teóricas, los hermanos Schlegel ven a Calderón como un personaje destacado de la literatura al que hay que conocer y quien debe inspirar. Wilhelm August y Friedrich desarrollaron su actividad en una época en la que co-crearon el Romanticismo alemán en la ciudad de Jena, que era uno de los centros universitarios más importantes de la erudición protestante. En este contexto cabe destacar que “los traductores y teóricos de la traducción decisivos para este periodo, como August Wilhelm Schlegel, Johann Heinrich Voss e sus hijos y Friedrich Schleiermacher, se vieron influidos por el primer romanticismo, caracterizado en particular por Friedrich Schlegel y sus explicaciones fundamentales para la primera teoría romántica del arte”.20
Con la universidad de Jena está relacionado también el autor de la primera traducción de El príncipe constante publicada en Hungría, que se realizó en alemán en 182421 en Košice. Se trata de Leopold Petz22 que entre 1814 y 1817 estudió teología protestante en la Universidad de Jena donde le influyó la orientación teológica de Schleiermacher.23 Al mismo tiempo, en la vecina Weimar residía J. W. Goethe. A su sombra y bajo el hechizo del Romanticismo el joven Petz se dedicaba a lenguas y literaturas.24 Como afirma Szinnyei, “hablaba y escribía perfectamente en húngaro, alemán, eslovaco, latín, griego, francés, italiano, inglés, español, portugués y hebreo; también dominaba el árabe, el turco, el persa e incluso el sánscrito.”25 En el momento de la publicación de la traducción de El príncipe constante, era sacerdote de la Iglesia Evangélica de la Confesión de Augsburgo en Győr y enseñaba en el liceo26 evangélico inferior de la ciudad. La traducción se publicó como parte de su tetralogía de obras maestras trágicas de los tiempos antiguos y modernos que él mismo recopiló, retradujo de las lenguas originales y comentó. A base de lo descrito podemos suponer que la motivación de Petz era sobre todo filológica, se relacionaba con su deseo de realizar traducciones de las obras dramáticas más importantes de la literatura universal y estaba convencido de que El príncipe constante era una de ellas.
Tres años más tarde, el diplomático y naturalista alemán Ignaz Olfers publicó el libro Leben des standhaften Prinzen.27 Es la traducción de la biografía del infante Fernando28 escrita hacia 1460 por el secretario del infante Frei João Álvares29 y publicada por primera vez en 1527. La motivación de Olfers para dedicarse al tema estuvo probablemente relacionada con sus misiones diplomáticas en Portugal y Brasil.30 Como se puede ver, a finales de la década de 1820, el interés por la figura histórica de Don Fernando no fue sólo literario. La traducción de Olfers transmitió la visión coetánea de Álvarez sobre Don Fernando como mártir que se sacrificó por su país.
De manera parecida, Don Fernando fue interpretado por Juliusz Słowacki,31 eminente dramaturgo polaco, autor de la traducción polaca de El príncipe constante publicada en París en 1844. Sin embargo, además de percibir la obra como la historia de un héroe que se sacrificó por la patria, Słowacki enriqueció su percepción con una dimensión más espiritual. Como constata Baczyńska: “Słowacki descubrió en El príncipe constante de Calderón un excelente ejemplo del perfeccionamiento del espíritu a través del sacrificio de la muerte como martirio y, en el personaje de Don Fernando, la encarnación de un exaltado intérprete de la verdad eterna. Es más, llegó a identificarse con el protagonista del drama.”32
Dos años más tarde que la primera traducción eslovaca, en 1870, se publicó la primera traducción húngara de El príncipe constante, realizada por Gyula Greguss y Vilmos Győri.33 Greguss34 había trabajado en ella ya anteriormente, poco antes de su muerte en 1869, pero llegó solo hasta la escena IV del acto II.35 Greguss era naturalista, enseñaba en el liceo de la Iglesia Evangélica de la Confesión de Augsburgo de Pest y su motivación para la traducción no es desconocida.36 Su padre, Michael Greguss, era profesor en los liceos evangélicos de Prešov y Bratislava. En aquella época, Leopold Petz enseñaba en el mismo entorno confesional, en el liceo evangélico de Győr. Por aquel entonces, Michael Greguss elaboró una obra teórica sobre la estética en latín, con terminología también en alemán y la publicó bajo el título Compendium aestheticae, usui auditorum suorum37 en Košice en 1826, dos años después de la traducción de Petz de El príncipe constante. El compendio de estética de Greguss pretendía crear una síntesis de definiciones de la belleza incluyendo la de la poética y el teatro desde la Antigüedad hasta el presente. También sus dos hijos, Ágost y Gyula, mostraron interés por la literatura y la estética. Ágost tradujo obras teatrales de Shakespeare, Moliere y Corneille. También nos acercó la motivación de Gyula para traducir a pesar de no ser filólogo: aún durante sus estudios en el liceo evangélico de Rožňava, los dos hermanos junto con unos tres compañeros más acordaron contribuir al desarrollo del teatro húngaro traduciendo y publicando en un gran volumen las obras más importantes de todas las épocas y naciones; a Gyula le asignaron las obras de Shakespeare y de Calderón, así que inmediatamente empezó a aprender español y también portugués.38 Sus dos traducciones que pudo elaborar –del portugués Los lusiadas39 de Camões y del español El príncipe constante de Calderón– están vinculadas por el hecho de que ambas se refieren a la historia de Portugal y que en la obra del poeta lusitano –igual que en la del dramaturgo español– aparece una referencia al heroico Don Fernando descrito como mártir por la patria (canto IV, estrofas 52-53).40 La traducción de El príncipe constante iniciada por Greguss fue completada por Vilmos Győry,41 sacerdote de la Iglesia Evangélica de la Confesión de Augsburgo. Győri era políglota, revisó la traducción del Nuevo Testamento y tradujo al húngaro importantes obras de la literatura universal, entre ellas a Shakespeare, Molière, Moreto, Cervantes, Calderón, Alarcón, y obras del alemán y sueco. Por tanto, además de su vocación de sacerdote, era un filólogo excepcional con una excelente calidad de traducción.42 Su objetivo era enriquecer la cultura húngara con importantes obras de la literatura universal mediante traducciones de primera calidad.
Győri y Blaho eran representantes de la misma generación. Ambos eran teólogos, pero a diferencia del filólogo protestante húngaro que tradujo El príncipe constante de manera directa, el católico eslovaco partió de una versión alemana de la obra. En la introducción de su segunda traducción (1895), Blaho explica las deficiencias de su primera versión –que él denomina escolar– y menciona la fuente de inspiración y base de su actual traducción.43 Es Der standhafte Prinz44 de Franz Lorinser,45 destacado teólogo católico y filólogo competente, cuyas traducciones del español al alemán son fieles y de mucha calidad.46 La motivación de Lorinser para su traducción publicada en 1875 va más allá de la de sus predecesores W. A. Schlegel y Petz, enfatizando el motivo religioso. Lo confirma el propio título que eligió para el conjunto de sus traducciones47 que refiere a los dramas religiosos más importantes de Calderón.
A diferencia de Calderón y de Lorinser, Blaho narra la historia de Don Fernando en prosa (con pocas excepciones). Justo las pequeñas modificaciones que este tipo de traducción permite, nos pueden revelar la intención del traductor, por lo tanto nos fijamos en una selección ilustrativa de ellas.
Un cambio casi sistemático que introduce Blaho es la desaparición de las referencias a la mitología que forman parte de varias denominaciones metafóricas en el texto español (p. ej. Apolo = el sol, acto I, verso 52348). Cuando es posible, el traductor eslovaco las sustituye por el significado original. Ya en el texto de origen de Lorinser falta la mención de Marte aunque las demás figuras metafóricas se conservan. Del mismo modo, Blaho pudo considerar innecesario y quizás también indebido mencionar a los dioses de la Antigüedad en una obra centrada en el heroísmo de un mártir cristiano.
Al contrario, en el monólogo de Brito cuando el gracioso entra en escena por primera vez (acto I, versos 505–511), Blaho añade al texto original dos vocativos “milý bráchu” (querido hermano) y “človeče hriešny” (hombre pecador), que hacen el lenguaje más natural y más cercano al espectador. Sin embargo, mientras que el primero es explícitamente coloquial, el segundo puede sorprender por su mensaje religioso. El traductor lo pudo utilizar para anticipar el “pecado” de Brito constituido por su posterior comportamiento cobarde, o simplemente en el contexto de las acciones de este personaje le podía ser natural.
Sin embargo, registramos también cambios algo más profundos, como por ejemplo, en el diálogo entre la hija del rey moro Fénix y Don Fernando, que sufre debido a las malas condiciones del cautiverio impuestos por el rey en consecuencia de la lealtad del infante a su fe:
El lector cristiano puede preguntarse por qué Fernando, que está dispuesto a morir por la salvación de las almas, utiliza en el texto español las palabras “suerte” y “fortuna” (1a). Esta idea parece haber inquietado también al sacerdote Blaho, que los cristianiza y –condensando el mensaje de varias réplicas en una–, las sustituye por “la divina providencia” (1c). Considerando el contexto de este pasaje precedido por la opinión de Fernando sobre las flores que entiende como símbolos de belleza que no perduran mucho tiempo, vemos que Calderón se está refiriendo a la inconstancia del destino y a la fugacidad de la vida.49 Blaho mantiene este mensaje cifrado en las flores, pero no los subraya más, sino aprovecha la situación para poner énfasis en la importancia “de la divina providencia” (1c).
Otro fragmento interesante es cuando se habla de la tripulación de un navío portugués capturado por el enemigo. Según las palabras del musulmán Muley, mientras unos se rindieron para salvarse la vida, otros se negaron y les reprocharon su cobarde rendición:
Blaho, por un lado, omite la mención directa de la nacionalidad de los soldados cristianos y percibe su carácter de manera diferente (“vanagloria” > “terquedad”). Por otro lado, mientras Calderón, fiel a las ideas y temas del Siglo de Oro, al reflexionar sobre la vida eterna la equipara con la vida con honra, Blaho desarrolla esta idea más ampliamente, haciendo hincapié sobre todo en la vida eterna y resaltando la honra solo como algo por lo que merece la pena morir.
También nuestro último ejemplo está relacionado con un ligero cambio de énfasis del traductor. Se trata de la réplica de Fernando a su hermano Enrique cuando descubren que el enemigo les ha rodeado. Fernando orienta a su desvalido hermano diciéndole:
Mientras que la visión de Fernando, según Calderón, consiste en morir por la fe (2a), Blaho se enfoca más en el camino hacia esta muerte, que consiste en la lucha heroica por la gloria de Cristo (2c). Por el contrario, suaviza ligeramente el dramatismo de la situación, ya que habla de la muerte como de una alternativa posible, mientras que Calderón la reclama y afirma a través de Fernando que, dada la naturaleza de la expedición, la muerte estaba prevista desde el principio. Esta idea es completamente omitida por Blaho, quizá precisamente porque en la Europa Central del siglo XIX ya no encajaba en la percepción de la propagación de la fe cristiana. En consonancia con los ejemplos anteriores, podemos suponer que la intención del traductor se basa en la percepción del mundo de Blaho quien por una parte se esfuerza a ofrecer una traducción fiel, pero por la otra adapta su texto al mensaje que quiere transmitir como sacerdote católico al público eslovaco de finales del siglo XIX.
¿Qué pudo motivar a Pavel Blaho, sacerdote católico que no sabía español, a emprender la tarea de traducir al eslovaco la obra teatral El príncipe constante de Calderón de la Barca en dos ocasiones distintas? Se trataba de mediar esta obra considerada importante en la Europa Central del siglo XIX. El análisis muestra que el contenido espiritual y religioso del texto de Calderón fue crucial para Blaho. Lo subrayó a través de la elección de ciertas soluciones en su traducción que nos revelan sus intenciones. Asimismo, el motivo de Blaho encaja en el contexto de la recepción de El príncipe constante de Calderón en la Europa Central del siglo XIX. En la traducción no participaron sólo eruditos que no eran teólogos (Schlegel, Slowacki, Greguss), sino también teólogos de los que la mayoría se dedicaba asimismo a la traducción (Petz, Győri, Lorinser). Así pues, cuatro de los siete traductores eran sacerdotes. Como Lorinser y Blaho eran sacerdotes católicos, su motivación e intención de la traducción se basan obviamente en el contenido religioso de esta comedia de santos. La dimensión espiritual de la obra unida a la idea del sacrificio por la patria también atrajo a Slowacki. Igualmente, es significativo el interés por esta obra de teólogos evangélicos que eran a la vez filólogos (Petz y Győri) y que trabajaban como profesores en liceos evangélicos. A ellos se une Greguss, que igualmente era profesor en un liceo evangélico. Este enfoque en la traducción de grandes obras de la literatura universal en la enseñanza confesional tiene que ver, sin duda, con la relación de estas instituciones educativas con la vida universitaria en Alemania, especialmente en Turingia, entrelazada con la historia del protestantismo y del Romanticismo. Con esta misma región y su entorno intelectual y universitario tenían vínculos también los hermanos Schlegel, que a través de sus conferencias vienesas popularizaron la importancia de Calderón y al mismo tiempo uno de ellos, Wilhelm, también tradujo El príncipe constante. Entre los motivos de las traducciones al alemán y al húngaro predomina evidentemente el interés en enriquecer la cultura literaria a través de la traducción de grandes obras de la dramaturgia mundial, como consecuencia del desarrollo de la filología y las ideas del Romanticismo. De ello difiere el enfoque de Blaho quien resalta el contenido religioso de la obra.
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Pedro Calderón de la Barca (1600–1681).↩︎
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Fernando, el Infante Santo (1402–1443) –mártir, hijo del rey Juan l de Portugal, miembro de la Ínclita generación de la casa de Avís.↩︎
Y. Barne: ‘Lo santo y lo visible en El Príncipe constante de Pedro Calderón de la Barca’, Criticón 2020: 140. https://doi.org/10.4000/criticon.17388↩︎
Pavel Blaho (1844–1938).↩︎
P. Calderón de la Barca: ‘Don Fernando’, Slovenské noviny 1, 1868: 63, 64, 65, 67, 68, 72, 73, 76.↩︎
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P. Blaho: ‘Poznámka prekladateľa’, in: F. R. Osvald (ed.): Tovaryšstvo II, Ružomberok, 1895: 314.↩︎
August Wilhelm Schlegel (1767–1845).↩︎
A. W. Schlegel: Über dramatische Kunst und Litteratur. Vorlesungen Vol. 1 – 3, Heidelberg: Mohr & Zimmer, 1809–1811.↩︎
J. Black: ‘Memoir of the Literary Life of Augustus William von Schlegel’, in: A. W. Schlegel: Course of Lectures on Dramatic Art and Litterature, London: Henry G. Bohn, 1861: 11.↩︎
R. Paulin: The Life of August Wilhelm Schlegel, Cambridge: Open Book Publishers, 2016. https://books.openedition.org/obp/2917↩︎
Idem.↩︎
A. W. Schlegel: Schauspiele von Pedro Calderon de la Barca. Zweiter Band. Spanischesches Theater Herausgegeben von August Wilhelm Schlegel, Berlin: Julius Eduard Hitzig, 1809.↩︎
Friedrich Schlegel (1772–1829).↩︎
J. Bleyer: Hazánk és a német philológia a XIX. század elején, Budapest, 1910.↩︎
F. Schlegel: Geschichte der alten und neuen Literatur. Vorlesungen, gehalten zu Wien im Jahre 1812, Wien: Schaumburg u. Co, 1815: 110–158.↩︎
A. Polaschegg: ‘Unbotmäßige Literaturgeschichtsschreibung deutsch. Friedrich Schlegels Wiener Vorlesungen Geschichte der alten und neuen Literatur (1812)’, in: C. Haas & D. Weidner (eds.): Über Wissenschaft reden: Studien zu Sprachgebrauch, Darstellung und Adressierung in der deutschsprachigen Wissenschaftsprosa um 1800, Berlin: De Gruyter, 2020: 100–124. https://doi.org/10.1515/9783110676631-006↩︎
A. Hünig: Übersetzung im Schatten des Kanons: Untersuchungen zur deutschen
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L. Petz: Tetralogie tragischer Meisterwerke der Alten und Neueren, zusammengestellt, aus den Ursprachen neu übers. u. erläutert, Kaschau: Otto Wigand, 1824. Más tarde, la obra se publicó por separado: L. Petz: Der standhafte Prinz. Aus den Ursprache neu übers. u. erläutert, Kaschau (Pest): Wigand, 1830.↩︎
Leopold Petz (1794–1840).↩︎
J. Szinnyei: Magyar írók élete és munkái, vol. X, Budapest: Hornyánszky Viktor Akadémiai Könyvkereskedése, 1905. https://mek.oszk.hu/03600/03630/html/↩︎
K. Mollay: ‘Német polgárság magyar földön (A soproni Petz-család)’, Filológiai Közlöny 1–2, 1970: 336–337, in: J. Demmel: Szlávokból szlovákok. Ľudovít Štúr és a szlovák nemzeti mozgalom születése a 19. századi Magyarországon (tesis doctoral), Budapest: Eötvös Loránd Tudományegyetem, Bölcsészettudományi Kar, 2011: 55.↩︎
J. Szinnyei: Magyar írók élete…, op.cit.↩︎
Instituto de Segunda Enseñanza protestante en el Reino húngaro.↩︎
I. Olfers (1793–1872); I. Olfers: Leben des standhaften Prinzen, Berlin – Stettin: Nicolaischen Buchhandlung, 1827.↩︎
J. Álvares: ‘Tratado da Vida e Feitos do Muito Virtuoso Senhor Infante D. Fernando’ (manuscript), Madrid: Biblioteca Nacional de España, MSS/8120, 1451–1460; J. Álvares: Chronica dos Feitos, Vida, e Morte do Infante Santo D. Fernando, Lisboa: Germão Galharde, 1527.↩︎
Fue fraile de la Orden de San Benito de Avís. Vivió entre 1400 y 1490, participó en la trágica expedición del infante Fernando, más tarde estuvo en Roma (1470) mediando la petición de la hermana del difunto infante Fernando, Isabel de Portugal (Duquesa de Borgoña), que solicitaba el proceso de beatificación de su hermano.↩︎
Para más detalles sobre Olfers, véase p. ej. L. von Donop: ‘Olfers, Ignaz von’, in: Allgemeine Deutsche Biographie 24, Leipzig: Duncker & Humblot, 1887: 290–291.↩︎
Juliusz Slowacki (1809–1849).↩︎
B. Baczyńska: ‘Introducción / Wstęp’, in: P. Calderón de la Barca & J. Słowacki: El príncipe Constante / Ksiaze Niezłomny (z Calderona de la Barca), Wrocław: Instytut im. Jerzego Grotowskiego, 2009:14.↩︎
P. Calderón de la Barca: Az állhatatos fejedelem, Spanyol színműtár, 1, Pest: Kisfaludy Társaság, 1870.↩︎
Greguss Gyula (1829–1869).↩︎
E. Katona: El teatro español en Hungría, Dos siglos de la recepción húngara de la literatura dramática española, Madrid: Editorial Verbum S. L., 2022: 171.↩︎
Véase el necrólogo ‘Greguss Gyula’, Vasárnapi Ujság 40, 1869: 541–542.↩︎
M. Greguss: Compendium aestheticae, usui auditorum suorum edidit, Cassoviae: Caroli Werfer, 1826.↩︎
Á. Greguss: ‘Greguss Gyuláról’, in: A Kisfaludy-Társaság évlapjai 5, 1869/70, 1871: 79–102, p. 83. https://www.digitale-sammlungen.de/en/view/bsb10812555?page=90,91↩︎
G. Greguss: A Luziáda Camoenstől, Pest: Kisfaludy-Társaság, 1865.↩︎
L. de Camões: Os Luisiadas, Lisboa: Antonio Gõçaluez, 1572: pp. 70–71.↩︎
Vilmos Győry (1838–1885).↩︎
E. Katona: El teatro español…, op.cit.: 171.↩︎
P. Blaho: Poznámka prekladateľa…, op.cit.: 314.↩︎
F. Lorinser: Calderon’s Größte Dramen religiößen Inhalts. Erster Band, Freiburg im Breisgau: Herder’ßche Verlagshandlung, 1875.↩︎
Franz Lorinser (1821–1893).↩︎
J. Lauchert: ‘Lorinser, Franz’, Allgemeine Deutsche Biographie 52, 1906: 80–82. https://www.deutsche-biographie.de/pnd117217557.html#adbcontent↩︎
F. Lorinser: Calderon’s Größte Dramen religiößen Inhalts… op.cit.↩︎
Todos los ejemplos son de la edición de P. Calderón de la Barca: El príncipe constante, Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2001. http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmccj8b7↩︎
A. Rodriguez López-Vázquez: ‘Introducción…’, op.cit.: 30.↩︎